Alemania ha endurecido los requisitos para la compra de híbridos enchufables. Ahora, el foco está puesto en los eléctricos, pero no ganan el terreno que se pretende. La solución que plantean expertos puede ser terrible si se propaga a otros mercados.
Alemania estrenó el nuevo año 2022 con un importante endurecimiento en el acceso a las ayudas para la compra de híbridos enchufables, con el objetivo de sacar a los SUV más pesados y deportivos de las subvenciones. La solución de los fabricantes ha sido aumentar la autonomía máxima al mínimo exigido, 60 kilómetros, por lo que los clientes pueden seguir comprando el modelo de sus sueños.
El gobierno alemán sabe que sus ciudadanos están cambiando el chip, y que un 41% ya considera que es el momento de dar el siguiente paso, abandonar la combustión y comprar eléctricos. Eso sí, exigen unos requisitos fundamentales: una autonomía de, aproximadamente, 600 kilómetros, una infraestructura de carga adecuada, y unos costes de adquisición y de mantenimiento más bajos. Incluso están dispuestos a pagar algo más, unos 2.000 Euros, si les garantizan, al menos, la cifra de autonomía.
La obligación de comprar eléctricos que baraja Alemania
El problema es que los germanos siguen ayudando a la compra de coches nuevos, sean del tipo de propulsión que sean. Unos fondos de miles de millones de euros que parecen no terminarse nunca, pero se van acabando y, cada vez, cuesta más reponer. Con esas ayudas, pocos son los que se decantan por un modelo con etiqueta CERO de emisiones, prefiriendo apostar una vez más por la combustión, lo que alarga el objetivo de que los eléctricos sean mayoría en las ventas y matriculaciones.
Dado que es una misión casi imposible a corto plazo transformar todo el parque móvil en eléctrico, un experto alemán ha presentado una estrategia que puede cargarse su mercado; y lo que es peor, el europeo si la medida se traslada a otros países. Todo lo malo que estás pensando es justo lo que una eminencia como el profesor Ferdinand Dudenhöffer ha apuntado a un diario alemán: aumentar el IVA de los coches de gasolina y diésel del 19% actual al 26%.
También propone eliminar, al mismo tiempo, la ayuda a la compra de coches eléctricos. Entonces, cabe preguntarse cuál es la estrategia. La subida del impuesto a este nivel desincentivaría la venta de coches de combustión suponiendo unos 2.500 Euros para las arcas gubernamentales, que se convierte en incentivo para la compra del cero emisiones. Mucho menos de los 9.000 Euros que se ofrecen ahora, pero que se puede incrementar con lo que aportan los impuestos de emisiones. Una muy arriesgada forma de «reeducar» a clientes y ciudadanos.
De esta forma, no solo se liberaría la carga que sufre el Estado por estas ayudas, sino que se «obliga» a cambiar al coche eléctrico. ¿Consecuencias? Que se pueden cargar el mercado, y ojo, porque el gobierno alemán han prometido una reestructuración de las ayudas para finales de año, por lo que la tesis de Dudenhöffer estará encima de la mesa de debate.
